domingo, 29 de enero de 2012

Nacimiento de la Democracia Representativa, EEUU

Historia de la Ciudadanía Democrática XVI
Independencia de los Estados Unidos de América


Abrimos camino histórico hacia uno de los acontecimientos claves en la Historia de la Democracia, tanto es así que desde entonces la Democracia sigue estando viva y vigente. No sucediendo del mismo modo con los antecedentes o historias anteriores, como por ejemplo en la Antigua Atenas, donde la Democracia (Directa) apareció pero también desapareció. Con la Independencia de Estados Unidos la Democracia reapareció, o nació en su forma Representativa, y desde entonces sigue su curso histórico. La Independencia o nacimiento de una gran nación como EEUU es, desde la perspectiva originaria, el mayor hito histórico y nacional. Siendo comprensible que la importancia concedida al hecho sea magnificada, y en este caso, ya que EEUU forma la principal industria del cine mundial, el relato ha sido muchas veces tratado por el séptimo arte.

No obstante aquí el titular del relato no es el pueblo estadounidense, sino el pueblo humano respecto a la Historia de la Democracia. Ahora la perspectiva es mundial o universal, bajo la cimentación histórica basada en la vida democrática que experimentó y experimenta la especie Homo Sapiens. Por supuesto el gran protagonista  práctico fue el Pueblo Estadounidense, de las trece colonias británicas formado. Como circunstancias favorables al nuevo pueblo democrático también intervinieron a su favor otros pueblos no democráticos. Se aliaron a los patriotas estadounidenses más bien por voluntad de sus reyes y sus gobiernos en la pugna internacional contra el imperio británico, como el pueblo francés, el pueblo español y el pueblo holandés. Y aunque sus protagonismos fueron menores (no en vano participaban o ayudaban a la independencia de otro pueblo) el titular de este relato histórico, no siendo de ninguno de ellos, al sumarse todos, forman la mirada de esta perspectiva histórica, la del humano frente a su libertad política.

Las Trece Colonias originarias de Estados Unidos

El origen fundamental de la Independencia de EEUU, o la guerra que llevó a ella, fue por el trato injusto que sufrieron las Trece Colonias inglesas de América por parte de la corona inglesa y la respuesta de estos colonos queriendo ser hombres libres. El rey británico Jorge III recibía riquezas e impuestos de estos colonos sin que las Colonias americanas pudieran siquiera opinar, y así una riqueza producida por ellos se iba a intereses muy alejados de ellos. Los colonos se sintieron traicionados económicamente, bajo soledad política, en un nuevo mundo con enormes posibilidades y rutas comerciales. La lógica libre hizo el resto: una nueva entidad política emergente mirando a un nuevo mundo, una nueva nación. En este caso una gran nación que terminaría siendo la soberanía más poderosa del mundo y primer país de la Historia con Democracia Representativa. Estos hechos revolucionarios pueden recopilarse e interpretarse aisladamente como historia nacional, siendo uno de los mayores tesoros de la ciudadanía general estadounidense. Tratándose del nacimiento de un Pueblo Democrático por el propio esfuerzo y valor que llevaron al extremo aquellos hombres y ciudadanos, muriendo muchos en la lucha inicialmente desigual. Pero estos hechos de hombres libres que se regulaban por votos, aún surgiendo nacionales, fueron decisivos en el panorama internacional.

La Guerra de Independencia de EEUU podría verse como una “primera guerra mundial” entre comillas, ya que se combatió en varios continentes y mares, aunque mayoritariamente en suelo norteamericano. Directamente entraron en combate los siguientes países o reinos apoyando a la Independencia: los Patriotas Estadounidenses, diversos Pueblos Nativos, Francia, España y Provincias Unidas (Holanda). Al lado enemigo: Gran Bretaña y algunos Pueblos Nativos. Como vemos también ocuparon un papel protagonista los Pueblos Nativos del Este Norteamericano. Naciones indias que también se jugaron mucho. En general los principales reinos e imperios de estas dos zonas estratégicas del planeta realizaron movimientos geopolíticos y decisivos en esta guerra que habría de cambiar radicalmente al mundo. Como Prusia, Austria, Dinamarca, Suecia, Portugal, el reino de las Dos Sicilias, Suiza; incluso la Rusia de Catalina II aprovechó la circunstancia para crear un liga de neutralidad para la “defensa de libertad de los mares”. Y aquí encontramos los verdaderos intereses reinantes entre las grandes potencias de aquellos finales del siglo XVIII, el poderío en los mares y la posesión de sus rutas comerciales.


La Guerra de Independencia de EEUU podía ofrecer dos resultados al mundo de las grandes potencias: por un lado océanos cerrados y como monopolios exclusivos de dos o tres grandes potencias (predominando Gran Bretaña); por otro lado la libertad de los mares y océanos para todos aquellos que pudieran y quisieran navegarlo comercialmente (postura liderada por Francia, y curiosamente, ya que años antes y junto a Portugal optaban por lo contrario). Para las décadas venideras humanas, incluso siglos, el conflicto verdadero o profundo fue o representó el inicio de la expansión de la renacida democracia con favorable economía y favorecida industrialmente, que llegaría a otros pueblos. Primero a los llamados occidentales, y después llegando con enorme fuerza a nuestro presente global, con Democracia en todos los continentes. El Renacimiento Democrático de la Humanidad, o los hechos formales de la Independencia comenzaron en septiembre de 1774 con el Primer Congreso Continental en Philadelphia, donde se reunieron los representantes de las Colonias y votaron en contra de la servidumbre a los británicos y a favor de una nación independiente.

Rápidamente se comenzó a formar la milicia, más bien a reorganizar a la milicia, ya que ésta participó activa en guerras de Gran Bretaña contra Francia, siendo decisivas. También participaron en contiendas de Gran Bretaña contra España, por ejemplo en el intento de conquista de Cartagena de Indias, defendida magistralmente por el español Blas de Lezo. Obviamente los hechos inmediatos a esta Declaración de Independencia se precipitaron, y en Lexington las tropas inglesas entraron en combate con los milicianos, produciéndose las primeras bajas. Rápidamente se reunió el Segundo Congreso en mayo de 1775, colocando al mando del ejército patriota a George Washington. También se imprimió papel moneda y se iniciaron contactos diplomáticos con el extranjero.

No tardaría en llegar, como fruto del trabajo de aquellas mentes libres estadounidenses, una reunión fundamental para la Historia: La Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 donde, por ejemplo, se proclamaba: “Todos los hombres nacen iguales y poseen derechos inalienables, entre ellos, la vida, la libertad y la búsqueda de la libertad.” A partir de entonces para la Historia y para el resto del mundo aquellos colonos pasaron de súbditos a ciudadanos libres y, como tales, a crear una nueva nación. Hubo mucho más, pues se hacía realidad los pensamientos políticos de la Ilustración, sobre todo desde Francia, donde existía una burguesía abiertamente liberal y donde pensadores como Rousseau levantaban pasiones entre las gentes de París.


Muchos ciudadanos franceses (bueno, todavía súbditos) acudieron a apoyar la causa estadounidense. Por ejemplo en París donde, después de hacerse pública la Declaración, el entusiasmo recorrió las reuniones de intelectuales en los Salones parisinos de moda. Y el famoso La Fayette partió rápidamente junto a otros franceses a América, para alistarse en la causa patriota, incluso habiendo sido prohibido por el rey francés Luis XVI. Por ello puede afirmarse que, aún existiendo otros intereses profundos en el entonces gobierno francés, muchos franceses se movilizaron motivados por su ideología ciudadana y democrática junto a los nuevos aires de libertad que nacía en América. Comprobaron que las nuevas ideas en la Democracia ya no eran utópicas, sino una rotunda realidad mostrada por aquella magnífica Declaración de Independencia de EEUU al otro lado del océano, que, en definitiva, también suponía una victoria para el nuevo mundo de las ideas que estaba surgiendo en Europa. No sólo ocurrió en Francia y el movimiento de liberación recorrió toda la intelectualidad europea, comenzando a preocupar muy seriamente al decadente Absolutismo.

Curiosamente la monarquía francesa era absolutista y comenzó a plantearse una alianza con las Trece Colonias democráticas. Y Francia también valoraba la alianza con otra monarquía absolutista, la española. Y no precisamente para ayudar a la independencia de EEUU sino, con ello, ocasionar la ruina de Gran Bretaña. Pero había un problema esencial, los números de la economía francesa estaban en rojo (en 1774 el reino francés ingresó 270 millones mientras gastó 320). Así, y también curiosamente, una monarquía católica como la francesa llamó a un banquero extranjero y de religión protestante llamado Necker para financiar la guerra contra Gran Bretaña. Mientras, los británicos, deseosos de un correctivo urgente contra los colonos rebeldes atacaron Nueva York en septiembre de 1776. Una vez conquistada la ciudad comenzaron a tratar de reunir en un mismo ejército a todas las tropas inglesas al norte de las colonias. En el tablero de operaciones se proyectaba un poderoso contingente del ejército más eficaz del momento, el británico, contra un ejército de ciudadanos. Los acontecimientos auguraban un tremendo choque entre ambas fuerzas que al final se produjo en Saratoga, cerca del río Hudson, en 1777.


Reflejar los inicios de la Batalla de Saratoga nos puede parecer que retornamos a Maratón. Otra vez en el lado democrático son pocos ciudadanos y tienen casi todas las de perder, enfrente las mejores fuerzas imperiales de la época. El “emperador” Jorge III, su primer ministro y sus militares despreciaban la fuerza del ejército ex-colono, para ellos eran traiodres que se creían ciudadanos libres y dirigidos por un puñado de intelectuales con pocas ideas y mucho “algodón” (grandes plantaciones). Incluso los propios aliados franceses llegados se extrañaban cuando veían que un capitán estadounidense antes había sido zapatero; o un teniente, panadero. Era el Pueblo formado por todas la Colonias, en armas, y esa cercanía entre oficiales y tropa que tanto sorprendía a ingleses y franceses se traducía como más coordinación y arrojo colectivo ante la batalla.

En el lado de la Democracia se formaron dos ejércitos principales, uno comandado por Washington y otro por Horacio Gates. Mientras, la estrategia imperial británica buscaba reunir sus fuerzas militares y atraer a Washington a una batalla a campo abierto donde estaban seguros de vencer. Los movimientos de los ejércitos duraron casi un mes. El general británico Burgoyne pretendió unir su ejército junto a las tropas estacionadas en el valle del río Hudson y al ejército del general Howe, situado en Nueva York. El encuentro final debía producirse en Albany. Pero sin aparente lógica táctica Howe cargó contra Filadelfia y George Washington acudió en ayuda de la ciudad, aunque fue vencido y su ejército se dispersó. Howe continuó invadiendo hacia el sur en vez de volverse para unirse a Burgoyne. Error fatal, ya que Burgoyne comenzaba a ser hostigado por el enemigo aminorando su marcha. Y no pudo llegar a Nueva York porque en Saratoga la situación se hizo insostenible y se vio obligado a hacer frente al ejército ciudadano de Horacio Gates. Una batalla sangrienta se desató y, después que diez mil vidas humanas se perdieran, venció Gates y Burgoyne cayó prisionero.


La noticia corrió como la pólvora, los débiles vencieron una batalla y la nueva Democracia tenía mayores esperanzas. La victoria alegró en la corte francesa y a sus aspiraciones marítimas en el mundo, apostar por los colonos americanos se iba a convertir como valor seguro para aupar a Francia como potencia marítima, ya que continental o terrestre siempre lo había sido en los últimos siglos. Por otro lado para el ejército ciudadano el apoyo de una potencia como Francia suponía la esperanza de una victoria más cercana. Como dijimos, desde el primer momento Francia buscó el apoyo y la entrada en la alianza de España, pero ésta temía que la Independencia de EEUU fuera un ejemplo negativo para las colonias españolas en América. España estaba en decadencia, aunque todavía era la tercera potencia mundial, con imperio marítimo e importante flota, su peso podía ser decisivo y la vecina Francia lo sabía mejor que nadie. Así que no dejó de insistir ante el rey español Carlos III, que siempre rechazaba amablemente. Hasta que la diplomacia francesa le propuso algo irrechazable: la recuperación de Gibraltar y Menorca para la corona española. La oferta se produjo en Aranjuez, a pocos kilómetros de Madrid.

El doce de abril de 1779 dos condes se reunieron en Aranjuez, uno francés, Charles Gravier de Vergennes; y el otro español, José Moñino, conde de Floridablanca. Después de intensas negociaciones firmaron lo que se llamó el Tratado de Aranjuez, donde se acordó, principalmente, que España intervendría en la guerra de Independencia de los Estados Unidos y contra Gran Bretaña. También se contemplaba la conquista de Inglaterra y el reparto de sus colonias. Y aunque las pretensiones fueran muchas o exageradas, España entraba en la guerra, la situación ya no era tan “controlable” para la corona inglesa. Pronto zarpó un correo español para comunicar la noticia al jefe militar y gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez. Los navíos españoles eran más veloces que los ingleses, así Gálvez supo que estaba en guerra contra Inglaterra antes que los propios ingleses de Florida. Como consecuencia atacó por sorpresa los fuertes de Manchac y Baton Rouge, liberando la desembocadura del Mississipi y anulando la amenaza sobre Nueva Orleáns. Dos años más tarde, en 1781, tomó las plazas de Mobila y Pensacola, despejando todo el Golfo de México de movimiento inglés.


También  en 1781 una flota francesa y tropas franco-americanas al mando de Washington derrotaron al General británico Cornwallis en Yortown. Mientras en 1782 se produce la Batalla de Menorca, donde una armada franco-española derrotó a los británicos y España recuperó la isla mediterránea. También se produjo una batalla por Gibraltar. Y, precisamente, mientras se libraba aquel sitio, Inglaterra comprendió que era el momento de solicitar la paz aunque el precio fuera la Independencia de EEUU. Gran Bretaña no podía perder su poderío en el Mediterráneo y era cuestión de meses, incluso semanas, que Gibraltar cayera y fuera recuperada por España. 

Gran Bretaña no podía consentir bajar del primer puesto como imperio marítimo, menos aún como primer imperio europeo. Sin el control de la puerta occidental al Mediterráneo Gran Bretaña podía olvidarse del Mediterráneo y todo lo que conllevaba. Sobre todo sus intereses geoestratégicos sobre gran parte de África del Norte y Oriente Medio, con el futuro y rápido acceso asiático por el Canal de Suez (máxima importancia económica y mundial la desembocadura del Nilo y las costas libanesas), un precio muy alto por continuar la Guerra Norteamericana. Sin embargo, firmar la Paz y reconocer a EEUU sólo suponía esperar tiempo a que las ruinas económicas agravaran a España y a Francia (por los enormes gastos de entrada en el conflicto) y así Gran Bretaña otra vez se impusiera al resto de las naciones (como años después ocurrió).

El hecho final ocurrió en septiembre de 1783, donde se firmó de la paz con el llamado Tratado de París (Tratado de Versalles) entre Estados Unidos, Francia y España por una parte y Gran Bretaña por la otra. Vencieron los primeros y se reconocía la independencia de Estados Unidos de América. Con esta ciudadanía y su derecho a voto resucitaba la Democracia entre los humanos después de más de dos milenios. El primer Estado moderno de América nacía democrático y renacía la ciudadanía democrática en el mundo con la Constitución de los Estados Unidos de América. Un país independiente y democrático en medio de potencias no democráticas y (todavía) reinantes en el planeta. Un nuevo mundo democrático, y como continuación de la Historia de la Democracia, estaba naciendo con fuerza gracias al pueblo estadounidense, donde residían los unicos ciudadanos que podían votar.


Como trasfondo a los resultados las potencias europeas vencedoras tuvieron dificultades económicas derivadas de esta Guerra de Independencia. Debido al gasto bélico en las arcas públicas francesas (y a otras causas como fuerte crisis en la campiña gala), Francia cayó en una grave depresión económica que, a la larga, iba a costar la cabeza al propio rey Luis XVI en 1792. El rey que tanto ayudó a la ciudadanía democrática (por efecto colateral a sus verdaderos intereses) y que, sin embargo, otros ciudadanos, esta vez en su propia Francia, iban a derrocarlo y ejecutarlo, con ello estableciendo una República. Si América tuvo ciudadanos democráticos, los primeros de la época, en Europa aún debía de costar epopeyas. Como ocurrió seis años después con el siguiente paso histórico, también fundamental: la Revolución Francesa, próximo post. Un hecho histórico que no se habría producido igual sin esta magnífica revolución estadounidense que, una vez pasado tantos años, no deja de sorprender la inmensa fuerza que a veces tienen las palabras de hombres libres escritas sobre un papel.

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Capítulo anterior, XV: La Ilustracion o Siglo de las Luces
Capítulo siguiente, XVII, la Revolución Francesa:

3 comentarios:

  1. Albumcito: Me ha gustado,1ºpor lo que conlleva el tema en sí 2ºporque hace un resumen de la situación y colaboración de Europa.Perdona pero si debo decirte que se te ha colgado alguna fecha.Me ha chocado porque de ello algo sé.En la lucha por el mediterraneo G.Bretaña si tuvo su principal objetivo pero el canal de Suez es posterior y lo sé por que Verdi compuso Aida para su inauguración(1869) y además G.Bretaña no tuvo acceso a el hasta que Disraeli(cuya biografía apasionante leí hace ya tiempo) era primer ministro con la reina Victoria. Te diré que me quedo con lo más importanate de tu trabajo. TODOS LOS HOMBRES NACEN IGUALES Y POSEEN DERECHOS INALIENABLES COMO LA VIDA,LA LIBERTAD Y SU BUSQUEDA-y sy añado que mientras la leía estaba escuchando el concierto para piano en sol mayor de Haydn creo que el cabello se me puso de punta Saludo

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  2. Tienes razón, Anónimo, las obras de excavación del canal se iniciaron oficialmente el 10 de abril de 1859 promovidas por el francés Ferdinand de Lesseps, autorizado por las autoridades egipcias de la época. Fue inaugurado en 1869 y, para la ocasión, el compositor italiano Giuseppe Verdi compuso (por encargo) la ópera Aída. Así que cambiaré "el rápido acceso asiático del Canal de Suez" por "el futuro y rápido acceso asiático del Canal de Suez".

    No obstante, en honor a la verdad, el Canal de Suez, o hasta Suez, fue construido en primer lugar pot Dario I:
    "Fue el rey persa quien terminó la construcción cien años después, hacia el 500 a. C. Limpió el canal, y lo amplió hasta Suez. El resultado fue una vía de unos 45 m de anchura, lo que permitía que dos naves pudieran cruzarse sin problemas, con un camino de sirga para remolcarlas con cuerdas desde tierra. Mandó erigir tres estelas de granito rojo (con inscripciones en egipcio, arameo, persa antiguo, elamita y babilonio) en Pi-Atum, Kabret y Suez. Los primeros barcos que lo recorrieron fueron veinticuatro trirremes persas que lo hicieron en presencia de Darío, sacando de Egipto el botín de guerra: "Yo, gran rey de Persia he tomado Egipto". La reapertura del canal convirtió a Egipto en uno de los centros de la economía persa en sustitución de Mesopotamia, ya que la ruta marítima unía el Indo, Persia, Arabia, el mar Rojo, y los puertos de Fenicia y Jonia: esta vía sustituyó a las caravanas que llegaban de Oriente a Babilonia."

    En definitiva mi error viene dado a que aquella zona, con o sin canal de Suez, fue el principal nudo económico entre Europa, África y Asia. Darle la vuelta a África para llegar a Asia era demasiado caro. Por ello había rutas comerciales muy importantes que cruzaban Mesopotamia en caravanas hasta llegar a las costas mediterráneas. Y otras vías navegables que llegaban al Mar Rojo, que eran más seguras ante el ataque de bandidos pero que, antes del canal de Suez (contemporáneo), habían dos líneas marítimas, una hacia Biblos y otra al país de Punt, y ambas podían unirse: los barcos llegados del Mediterráneo subían por el brazo Tanítico hasta Bubastis y se desviaban hacia el oeste por el uadi Tumilat, que era navegable en épocas de grandes crecidas por naves de poco calado, hasta la ciudad de Pi-Atum. Desde allí un canal permitía alcanzar los Lagos Amargos desde donde la vía seguía dirección sur hasta alcanzar el golfo de Suez.

    En definitiva me gusta que este post tenga lectores de tanta calidad que hacen mejorar mis escritos. Un abrazo.
    ;-)

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    1. Esto es para nota, me ha gustado mucho es interesantísimo.¿Puedes darme la bliblio? la historia antigua me gusta,siempre tengo alguno cerca para ir leyendo,pero....reconoce que estábamos enel poderío de Gran Bretaña en el Mediterraneo o nó?
      Bueno en verdad me ha gustado mucho.Abrazo y gracias

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