viernes, 10 de agosto de 2012

III Historia de la Ciudadanía Democrática

Capítulo III
El fuego homínino

Hace 1,7 millones de años el homo Georgicus (inicios del homo Erectus) estableció un precedente fundamental en la vida conocida de la Tierra y comenzó a cuidar de sus ancianos. En pocas generaciones este hecho, desconocido en cualquier otra especie, daría grandes beneficios. Proporcionó mayor vida experimentada a los homínidos, ya que las neuronas del cerebro homo pueden seguir creciendo y cambiando durante toda una vida, incluida la madurez y vejez. Los ancianos educaban y cuidaban a los niños, adiestraban a los jóvenes, sin dejar de progresar en sus lógicas o pensamientos sobre tecnologías o dudas existenciales. Quizás por ello existen pruebas arqueológicas mostrando que hace 1,4 millones de años los homíninos ya dominábamos el arte de hacer fuego. Algo que nos diferenció radicalmente de todos los animales y marcó el inicio de un poder tecnológico sin precedentes y con proyección infinita.


Encender o saber encender fuego pudo ser la base general y tecnológica del pensamiento y de su razonamiento, o al menos lo aceleró. Esta capacidad, individual y colectiva, pudo continuarse en la madurez, y los ancianos, con poca fuerza y mucha maña, podían encender fuego. Muy posiblemente los ancianos encendían fuego en condiciones climáticas adversas antes, incluso, que los jóvenes más fuertes. También, probablemente, saber hacer fuego pudo ser secreto en sus inicios o en muchas tribus y dar mucho poder su simple conocimiento. Reunirse ante el fuego y sus modos o ceremonias pudo contribuir a crear muchas culturas diversas. El fuego prehistórico era un símbolo vivo de la identidad y de los intereses de los asistentes al encendido de una hoguera. Todavía en muchos rituales o ceremonias, públicas, secretas o privadas, se enciende fuego o velas, aunque exista luz natural o artificial. Y quizás donde más profundamente ha quedado reflejado sea en las Olimpiadas.

Saber cómo hacer fuego era poder para sobrevivir, sobre todo en las épocas glaciales, pero también, muy probablemente, pudo convertirse en arma de destrucción masiva. Pues es fácil imaginar la utilización del fuego como arma de caza. Incendiar circularmente una zona arbolada donde se encontraran manadas de animales mamíferos, por ejemplo, hubiera supuesto conseguir toneladas de alimentos o de carne sin arrojar una sola lanza o flecha. Supondría muchos más si esta teoría fuese cierta y los primeros homíninos conocedores de hacer fuego hubieran arrasado muchos bosques. No lo sabemos a ciencia cierta, pero seguramente el fuego dio mucho juego mental e imaginativo, incluso nuevas teorías éticas.


Cazar con fuego, provocando grandes incendios, también podría explicar el paso de comer carne cruda a braseada, ya que los animales conseguidos por esta “monstruosa” técnica de caza tendrían la piel quemada y parte relativa de la carne. Ello daría paso a carne más blanda, sobre todo para ancianos y niños. Pero también puso ser más saludable, porque parte de muchas bacterias perjudiciales de las pieles de los animales quedarían eliminadas. Es muy probable que el dominio del fuego fuera la clave de la primera aceleración evolutiva de la Mente/Alma, pero no podemos asegurarlo. Sobre todo desconocemos si saber hacer fuego fue motivado por el instinto natural o como uno de los primeros resultados del libre albedrío razonado.

Por otra parte, las primeras cultura prehistórica no sólo tuvieron en el fuego su fundamento de evolución mental. Hay evidencias que muestran enterramientos humanos con cierto carácter ritual hace trescientos cincuenta mil años, también el uso de ropa y la organización de cacerías. Todo ello mucho antes de la aparición Sapiens. Es más, algunas especies que también utilizaban el fuego convivieron en la misma época con nuestra homo Sapiens. Al contrastarlo con el listado de las épocas glaciales concluimos que durante setenta mil años varias “humanidades” prehistóricas cohabitaron en la Tierra. Hace unos cien mil años, durante casi el mismo periodo que ocupó la Glaciación Würn, existieron al mismo tiempo las últimas tres especies Homos o tres destacados y diferentes caminos evolutivos de la Mente/Alma:
  • La Humanidad Sapiens, en África.
  • La Humanidad Neandertal, en la Europa con hielos.
  • La Humanidad Java, en el sudeste asiático (Homo Floresiensis).
Algo esencial ocurrió en África que impulsó a homo Sapiens a trasladarse a otros continentes, en ocasiones mezclándose socialmente (pero, parece ser, con imposibilidad de mezcla genética), con las otras dos humanidades. Y después de miles de años de relativa convivencia sólo sobrevivió la humanidad Sapiens. El Hombre de Neandertal no llegó a salir de la última glaciación, y homo Floreriensis se extinguió unos dos mil años después, hace unos diez mil años. Otro dato interesante del fuego es que ayudó a estas especies a pintar en el fondo de las cuevas. Estas pinturas rupestres, halladas en la actualidad, gozan de importante valor para el conocimiento de aquella época.

También con pinturas rupestres podemos mostrar que el conocimiento sobre la Prehistoria no está cerrado. Por ejemplo, hace poco se creía que en las galerías superiores de la cueva de Nerja (Málaga, España) hay seis pinturas que representan focas y se asociaron a una antigüedad de doce mil años. Pero estudios recientes han dado como resultado una nueva datación de las pinturas, situando su antigüedad en unos cuarenta y tres mil años. Ello quiere decir que el autor de estas pinturas es el hombre de Neandertal, y no el hombre Sapiens.


¿Por qué predominó o por qué sobrevivió Sapiens entre las tres últimas especies homo?. Quizás debido a la excelente capacidad para hablar más detalladamente, quizás a su mejor estructura social (comerciaban entre diferentes tribus), o quizás a su mejor tecnología (tallaban huesos y mezclaban materiales), la especie homo Sapiens desarrolló y evolucionó en culturas diferentes que quedaron aisladas por los océanos, el tiempo suficiente para que surgieran adaptaciones evolutivas con diversos grupos étnicos y culturas. A partir de entonces puede decirse que la mente del ser homínino es capaz de proyectar futuro, no de adivinar el futuro, sino de utilizar imaginación con lógica para poder anticiparse a algún problema. Esto no lo consiguió la Naturaleza (conocida) antes, ni siquiera con el instinto natural y colectivo de cada especie, y fue necesario un paso más, el cerebro de la mente Homo, un prodigio de la Evolución.

Todo el conocimiento descubierto o selección natural que expresa la Naturaleza antes del ser homínino es basado (o al final es aprobado) en la experiencia, pero la mente homínina es capaz de descubrir o formar conocimiento sin antecedentes y sin experiencia previa. Representando una verdadera Revolución desde la ignorancia homínina y, aunque resulte paradójico, capaz de perfeccionar la evolución general de la propia Naturaleza; o es una interesante posibilidad a valorar. En cualquier caso, con las ciencias actuales en la mano podemos decir que la Evolución, con sus millones de especies creadas y con todo su despliegue de inteligencia bioquímica, no supo hacer fuego hasta que aparecieron la especies Homo. Ellas son las sospechosas.

.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.

Capítulo anterior, II, El cuerpo de la Mente/Alma:

No hay comentarios:

Publicar un comentario