viernes, 18 de abril de 2014

Entevista a mí

El autorretrato u homenaje al lector

¿He contado alguna vez que soy entrevistador? Bueno, la verdad, estoy empezando. Hace poco un amigo periodista decía medio en broma que todos somos entrevistadores, al menos todos los que hemos intentado ligar (al margen de conseguirlo o no). En parte parecía lógico, si una persona se enamora, o al menos se "encapricha" de otra, intentará "entrevistarla" para conocerla mejor o estar cerca de ella. Anoche cuando me acosté pensé en ello y me pregunté: ¿las entrevistas naturales nacen del amor? Pronto me surgió cierto desacuerdo, porque todos los entrevistadores no iban a estar enamorados de sus entrevistados. No podía ser, la tesis se derrumbó, así que volví a la cuestión de la manera más básica y práctica, ¿por qué suelo leer entrevistas de algunas revistas, cuando tomo café en la terraza de un bar, por ejemplo? Así aparecía la tesis empresarial con una respuesta directa: "leo la entrevista de la revista porque la he comprado en el quiosco". Dinero, comprar, consumo que implica producción, empleo, distribución, venta, ganancia, negocio... Demasido materialismo, alejándose todo idealismo o espíritu ético que pudiera concederme un conocimiento algo digno, por lo tanto una realidad algo digna.



Esta mañana al recordarlo, en un arrebato de dignidad, miré el nombre del entrevistador de la última entrevista leída. Acto seguido busqué ese nombre entre los de la Redacción. No era el director de la revista, ni ninguno de los jefes. Entonces deduje que la entrevista pudo nacer desde el jefe. ¿Lo decidió el jefe por iniciativa propia o por propuesta del entrevistador?, me pregunté. Y qué criterio imperó, ¿el comercial?, ¿el de calidad?... Afortunadamente un concepto me rescató de este frío criterio empresarial, exclamando tres palabras como si me llegaran del cielo: "¡de la curiosidad!". Las entrevistas nacían de la curiosidad, sólido argumento, y permeable a lo romántico o ético, porque: ¿acaso la curiosidad no es una manera de amar a la vida? Aún así no encajaba del todo con la realidad práctica, porque si yo estaba sentado tomando café en la terraza de aquel bar: ¿leí la entrevista porque era un curioso?. Si estaba allí para relajarme: ¿era un curioso relajado?. Pues si, un curioso que estaba intentado saber por qué nacen las entrevistas; porque nosotros los lectores no decidimos hacer la entrevista, sólo leerla. Así que había un "curioso" anterior, el entrevistador. La curiosidad del entrevistador puede ser transmitida al lector. Ya estaba satisfecho, creí saber dónde nacían las entrevistas... Hasta que llegué a mi casa, entonces vi la foto de una entrevistada en la revista abieta que había sobre la mesa del salón.

Y otra vez cayó la tesis resultante. Porque: ¿y el entrevistado?, ¿no tiene nada que aportar a esta cuestión?. Sería el tercero, ¿o debería decir el primero?. Curioso, parece que en el periodismo y en la literatura sólo intervienen dos sujetos, el escritor (en este caso el entrevistador) y el lector... Y los intermediaros, claro, editoriales, librerías, quioscos, imprentas; también cuando se trata de una carta el intermediario sería Correos; y si es un texto electrónico el intermediario sería internet, el ordenador o una simple USB. Pero básicamente con un escritor y un lector es suficiente para abrir literatura o periodismo. Sin embargo con el género periodístico o literario de las entrevistas aparece un tercer sujeto, el entrevistado. Interesante. Y así inevitable la siguiente cuestión para mi curiosidad, ¿por qué concede una entrevista el entrevistado?. ¿Para transmitir mejor un mensaje público?, ¿por fama o más fama?, ¿por dinero?... Todas las entrevistas no son a famosos y no siempre hay dinero por medio. Algunas nacen o se forman "porque tienen algo que contar y quieren contarlo". Curioso, porque es la misma definición de un escritor, "tiene algo que contar y quiere contarlo". Es decir, para mí, en la bicefalia inicial de la literatura y del periodismo (escritura y lectura): el entrevistado no es una tercera cabeza, sino que más bien pertenece o sale de la primera, la escritura. Y para establecer diferencias entre ambos, entrevistador y entrevistado, y ya que ambos "tienen algo que contar y quieren contarlo", el entrevistador sabe cómo llevar la información al lector. Sabe qué preguntar, sabe cómo escribirlo y sabe presentarlo adecuadamente al lector. Dos remitentes y un/os destinatario/s, esto es una entrevista (el mensaje), aunque también podría ser una definición práctica o justificación de demanda del servicio público de Correos. 

Muchas similitudes pueden existir. Ya que estamos en zonas abrazadas al arte (y el periodismo, muy ligado a la literatura, puede tocarlo todo), más que Correos imagino el parecido de las entrevistas con el arte pictórico, donde tendríamos: pintor, cuadro y público. Entonces, casi sin preguntarme, imagino el último cuadro que admiré, era el autorretrato de una joven pintora... Un momento, ahora que lo pienso, existen los auto retratos, entonces: ¿existirán también las auto entrevistas?. Pues sí, acabo de auto entrevistarme ante todos ustedes en este post. Y ahora que lo estoy leyendo, completo un círculo, soy el entrevistador, soy el entrevistado, creo ser el mensaje, pero no puedo sustituir a los lectores, sólo (y es algo muy grande) puedo unirme a ellos. 


"Hola k aséis?" ;-)



1 comentario:

  1. Ha sido publicar el post y al poco rato me he enterado de la muerte de Gabriel García Marquez. D.E.P.

    Valga también este post como humilde homaje a este enorme artista, escritor y periodista. Porque no me cabe duda que en las primeras cien soledades de sus primeras cien lecturas, fecundó el enorme arte que al poco tiempo pudo desarrollarse y que nos sigue maravillando a tantos. Qué gran lector!

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