Carta abierta a la
Evolución
O introspección de la vida
en la Tierra
Querida Evolución,
soy un ser humano y además me hallo descubriéndome e
identificándome como ser racional de un Universo
civilizado. Al menos intento el concepto o deseo de una Vía Láctea ilustrada y sociable, con una justicia que defienda a la vida en
general. Aspiro a ser algo parecido a un ciudadano cósmico, y tú
estás en medio de ese camino, querida Evolución. Miro al resto de
nuestra galaxia y, antes de “despegar” con mi conciencia, justo
ahí, estás tú, el ser colectivo formado por todas las especies vivas de la Tierra. Y no podría sentir cómoda a mi conciencia
civilizada en sus círculos siderales sin antes haber sentido cómoda
a mi conciencia civilizada en su círculo planetario. No como humano
del mundo, donde también intento descubrirme, sino como ser
terrestre o terrícola. Deseo dotarme de una conciencia planetaria
más allá de mi especie homínida, ofreciendo mi limitada
racionalidad al servicio de la vida que cubre y habita este planeta
desde tiempos remotos. Aunque me pese el misterio, aunque los humanos
no lo sepamos todo, podríamos buscar la lógica común hacia
razonamientos públicos al servicio del interés general del conjunto
formado por todos los seres vivos de la Tierra. Podría decirlo en
prosa, Evolución hermosa, porque a veces te siento tan bella que
quiero dedicar parte de mi tiempo a vivirte mejor y llegar a
saber mucho más de ti.
Me encomiendo a tu
belleza. Necesito dibujar con los trazos de tus datos un cuadro de
hermosura ética y racional donde basar a mi identidad planetaria.
Quiero atreverme y preguntarte, si estuvieras haciendo algo
importante en estos últimos miles de millones de años: ¿qué
haces? Si tuvieras intenciones u objetivos: ¿cuáles son?.
Te pregunto porque me gustaría colaborar contigo. Y te tuteo o trato
con familiaridad porque me siento parte de ti. Así no precisamos
mensajero para esta carta, resultando una instrospección hacia nuestra asociación vital, natural y planetaria,
que esperaremos beneficiosa. Aunque sea un individuo cerebral casi
insignificante de tu actualidad, y mucho más insignificante
en tu historia, quiero ofrecerte una mente racional mediana para
intentar comprenderte más y así poder amarte mejor. O comprender
mejor para amar más. En este caso subrayando en el significado de
“amar” al máximo estado agradable y alcanzable entre los
duros actos de la supervivencia; es decir, subrayando que amar es,
también o fundamentalmente, sobrevivir lo mejor posible.
Evolución, maestra de
supervivencia, ojalá la introspección sea también retrospectiva y sepamos más de tu origen en la Tierra. Al menos creemos saber que surgiste en este planeta en estado microscópico
y así permaneciste miles de millones de años, después comenzaste a
dejarte ver y surgieron, para una visión similar a la humana, los
seres macroscópicos. Naciendo la vida a simple vista, y con
millones de especies vegetales y animales poblaste todos los
continentes y mares. Con los animales apareció el cerebro y,
millones de años después, dentro de ellos surgió la mente
racional con poderes tecnocientíficos, capaces de sacar vida al
exterior del planeta. Desde una parte individual y pasajera de esta
génesis de la mente racional se remite esta carta, como pequeño
acto de solidaridad con la “madre” Vida, esperando o preparando
un recibimiento favorable a las grandes verdades que aguardan a la
evolución cerebral/mental sobre sus propios orgígenes. Porque queda tanto por descubrirte o saberte,
querida Evolución. Como destinataria resultas una inteligencia
imaginada, no imaginaria, creyendo que existes en la realidad o desde
el origen de la vida en la Tierra.
Y he aquí el problema para muchos
humanos, la gran duda que esperamos responder: ¿tienes o no
tienes fundamento inteligente? Y si lo tienes, dónde lo
tienes, dónde lo guardas, ¿es posible entender objetivos o
voluntades en tus movimientos evolutivos?, ¿tienes conciencia? Al
menos algo queda claro, no cesas de producir vida, es decir: quieres
que la vida esté y continúe, porque desde que naciste como Evolución
nunca te has extinguifo, y pareces abrirte camino hacia la eternidad aunque la
Tierra sea finita en tiempo y espacio, ¿necesitarás
para ello una alianza con tu “hija” la inteligencia cerebral?.
Todo no queda claro, así una vez las mentes cerebrales gozan de
tecnología para exportar vida por el Cosmos: ¿cuál es el siguiente
paso en la evolución de los cerebros racionales? Porque ahora la vida, al
menos la racional, no depende sólo del empuje evolutivo, y la
inteligencia cerebral debe sumarse a la causa, que la vida siempre
continúe. Identificarnos como Evolución inteligente y continuar
existiendo, venciendo a todas las circunstancias que acechan a
nuestra generalidad vital y planetaria.
Si te preguntara:
“¿pueden crearse cerebros racionales con usos tecnológicos
sin utilizar inteligencia?”, tus hechos podrían
responderme, querida Evolución, porque tú lo has hecho o
conseguido. Te admiro incluso en cualquier lugar de mi cuerpo, con la
tranquilidad de saber que mandarás glóbulos blancos donde debes
enviarlos y glóbulos rojos donde sean necesitados. Despliegas una
impresionante inteligencia biológica y bioquímica en mi cuerpo.
Pero: ¿has utilizado inteligencia para objetivos definidos como
conseguir mentes con altas capacidades tecnológicas?, ¿y dónde la
guardas? También y paradójicamente podría hacer la misma pregunta
a mis colegas cerebrales, porque bastante entre ellos están
empeñados en crear
cerebros artificiales con usos tecnológicos, apareciendo la
misma incógnita: ¿utilizan inteligencia para crear a la
inteligencia artificial o lo dejan todo en manos del azar? Bueno, no
necesito preguntarlo, son científicos muy inteligentes, o lo serán,
aquellos que logren crear la inteligencia artificial. Destaca bajo
esta lógica coloquial tres tipos de inteligencia, la inteligencia
a-cerebral mostrada por la vida microscópica, la inteligencia que
requiere cerebro, y la inteligencia artificial, a la que todavía no
podemos preguntar, al menos públicamente.
Como mente racional
individual, la ciencia que conozco o que he llegado a saber, me
conduce al Agnosticismo. Podría decirme que es lógico que el raciocinio (con
el conocimiento público y actual) conduzca al agnosticismo. Pero a
menudo me llegan datos tuyos, querida mía, que me hacen sentir o
presentir a un fundamento creador e inteligente. Y entonces me vuelvo
un poco deísta. Por
ello te escribo esta carta, creyendo o estableciendo la posibilidad
o hipótesis de tu conciencia inteligente, al menos en tu origen.
Humildemente también escribo o discurro para que otras mentes como
la mía puedan sentirse solidarias en la búsqueda de tu significado.
Porque: quién eres, ¿qué haces en este lugar del Universo?,
¿por qué te has desarrollado en este planeta?, ¿por qué
te amo?.. Quiero que sobrevivas o que sobrevivamos, que la vida de la
Tierra no desaparezca cuando la Tierra desaparezca, esto deseo. A los
humanos que amamos a la Humanidad nos llaman filántropos,
pero esto es más y mejor amor que cubre al mencionado. Amamos al ser
vivo colectivo que habita en este planeta. Evolución, eres un ser
vivo que quiere sobrevivir, desplegando unidades microscópicas
capaces de crear multitud de especies macroscópicas y diversas, una
coordinación excelente, eres perfecta perpetuando la vida.
Aún así hay humanos que
te niegan, otros dicen conocerte plenamente y afirman que procedes
del azar. Sin embargo muchos humanos, cada vez más, seguimos
fielmente a los datos científicos y reconocemos que no sabemos lo
suficiente. Aún así queremos ser benefactores y bienhechores de tu
interés general, querida Evolución. Desconocemos cuáles fueron las
estructuras de los primeros seres vivos o protobiontes y, por tanto,
carecemos de consenso científico al respecto sobre tu existencia o
aparición. Pero todos los seres vivos de la Tierra somos parte de
ti, formamos una unidad de existencia con origen común y concreto en
esta galaxia; un ser vivo colectivo, planetario y potencialmente
eterno en la inmensidad del Cosmos. El proceso de comprensión
racional puede simplificarse, primero en la Tierra surgió vida
microscópica, unicelular y posteriormente pluricelular. Después con
el tiempo crearon mutaciones inteligentes y adaptativas, apareciendo
la vida macroscópica, capaz de ser visible al ojo humano. Esta vida
macroscópica continuó evolucionando y con la selección natural
aparecieron multitud de especies donde se creó un órgano crucial,
el cerebro. Con el tiempo unas pocas de las miles de especies con
cerebro alcanzaron inteligencia mental (homínidos). Y actualmente,
la última especie homínida, ha creado tecnociencia y posee
tecnología para llevar vida a otros planetas vecinos o de otros
sistemas solares. Así la pregunta surge lógica y simple para los
humanos: ¿lo
hacemos?, ¿expandimos la vida de la Tierra por
el Cosmos?, ¿aunque suponga un salto de la ética humana a
la ética cósmica para alcanzar o establecer un fundamento legal?. ¿Qué
opinas?, muy respetada Evolución.
Porque esta carta llega a
otra paradoja, y aquello que pregunto a una hipotética inteligencia
“microscópica” (capaz de funcionar sin cerebro, y es más,
creando cerebros) resulta que también debe o deberán responderlo
las mentes con cerebro, o una mayoría entre ellas y en nombre de
todas las especies. Quizás suponga una respuesta encima de otra
respuesta, la primera pudo ser dada por la inteligencia biológica y
ahora toca dar explicaciones a la inteligencia mental. Porque,
querida Evolución: ¿nuestra respuesta debería ser la misma? ¿Por
qué o para qué llevar células primigenias, o presuntas
primigenias, a otros astros? ¿Es razonable debatir si
debemos enviar vida microscópica a otros planetas y sistemas
solares? Por mi parte a veces imagino un mal absoluto, un casi
imposible, por ejemplo que de repente la dirección de traslación de
la Tierra sea desviada y enviada directamente al Sol. Si esto pasara
la Evolución moriría y ya no habría nada de vida, ni macroscópica
ni microscópica. Sin embargo, si antes se hubiera lanzado vida a
otros astros, aunque la Tierra desapareciera, no sería la nada, algo
de vida quedaría, y con ella la esperanza de alcanzar a jóvenes
planetas. No siendo el fin.
Necesito a tu belleza
inmortal, posiblemente infinita entre los finitos que voy
reconociendo. Mi vida libre pudo o puede ser resultado o parte de un
programa, pero ¿colateral y pasajero o es un objetivo
importante facilitar la aparición de seres individuales, libres y
racionales? Tengo una importante parte programada, pero puedo
distinguir a la belleza mientras siento libre a mi pensamiento y a mi
conciencia racional. Aún así, ¿será capaz la inteligencia
artificial de sentir, al menos de valorar, a la belleza? En
cualquiera de sus formas, animada o inanimada, activa o pasiva, real
o imaginada; en cualquiera de sus medios o sentidos, descubrir
belleza. Hasta el azar puede crear belleza ante el observador, pero
sentirla y hallarla en el entorno o en el interior, esto sólo puede
la observadora, la vida, o esto alcanzo a creer. Y creo que la futura
o posible inteligencia artificial podría descubrir en sus creadores,
dentro de los humanos, la espléndida belleza que irradia tu
observación, hermosa Evolución.
Los humanos pensamos e
investigamos para crear inteligencia artificial al servicio
tecnológico; y no sólo para la economía, también para servir al
conocimiento cumpliendo la ética o éticas que nos identifican. Pero
no tenemos interés especial en crear seres artificiales para que
sean libres. Sin embargo tú, querida Evolución, has creado a seres
libres y les has dotado de cerebro suficiente para conceptuar
racionalmente a la libertad, hasta hacerla fundamento en nuestras
identificaciones. Así el humano (la mente racional) nace libre y
quiere permanecer como tal. Querida Evolución, has creado a seres
libres, individualmente son efímeros y breves, pero forman grupos
con identidades colectivas capaces de vivir siglos y hasta milenios.
Y como humanos no dejamos de evolucionar, ensanchamos nuestras
mentes, ideas y hasta a los sentimientos donde se basan nuestras
irrepetibles personalidades.
Para un simple o sencillo
ser racional es duro el concepto de la muerte, para un “dios”
mortal imagino que más. Asemeja a tener y sentir mucho poder hasta que
llega un final donde el mortal se queda sin nada, incluso sin vida. Y
a esto parecen destinado los humanos, a “dioses” mortales. Si no
nos extinguimos la evolución mental nos conducirá a mucho poder,
muy posiblemente crearemos vida, primigenia lejos de nosotros, o vida artificial y
cercana. Nuestra vidas actuales hacen potencialmente inmortales a las vidas de seres que
existieron en nuestros árboles genealógicos, tanto en el árbol de mi
familia humana, como en el árbol de la Evolución. El árbol de la
humanidad podría extinguirse, pero más difícil sería que se extinguiera
el árbol de la evolución en la Tierra; y posiblemente porque la
humanidad así lo quiere o lo querrá, como un pacto o un deber con la
Evolución.
Así mis preguntas finales en esta agradable carta que te
envío pretenden ser, ojalá sean, como caricias inter-inteligentes: ¿eres capaz de sentir la belleza
humana?, querida Evolución. ¿Sigues “apostando” por nosotros?,
¿nos asociamos racional y éticamente? ¿Necesito un microscopio
para hallar la respuesta?, ¿o sólo con pensarte, e imaginando tus
movimientos por el tiempo planetario, me baste para hallarnos en este baile
evolutivo al que poner música? Por último, amada inmensidad, sin querer abusar de tu paciencia y atención, en espera que nuestra
familia cósmica, si la tuviésemos, se halle en buen estado, con enorme abrazo fraternal, se despide de ti con cariño y devoción tu
humilde servidor:
Pd: A los herederos de
ciertas evoluciones racionales, si la Evolución responde y ya no
estoy, no olvidad agradecer también en mi nombre, gracias :-)
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