miércoles, 12 de octubre de 2016

No quería escribir de política


Al menos hasta que terminara varios trabajos, incluida mi pequeña empresa literaria «Humana» (de esta novela de ciencia ficción ha sido sobre lo único que he publicado estas últimas semanas). Pero el grave acontecimiento ocurrido con el Partido Socialista Obrero Español me ha hecho abrir un hueco este miércoles doce de octubre y convocar al ciudadano español que hay dentro de mí para que escriba sobre lo que observo, deduzco y opino. Mis credenciales son las ciudadanías democráticas donde he sido formado, desde la municipal, pasando por la autonómica, hasta la soberana, incluida también la transnacional; en todas ellas soy ciudadano y tengo derecho a voz y voto (y en todas ellas el PSOE pide voto y tiene o ha tenido un peso relevante).



Como individuo mi credo político se centra en descubrir las fórmulas democráticas adecuadas para la formación de personalidades colectivas inteligentes, públicas y ciudadanas, en todas las comunidades democráticas donde ejerzo. Mi partido, por llamarlo de alguna manera, tiene nombre femenino, Ekklesia. Es lo que conocemos como las asambleas ciudadanas de la democracia directa y participativa. Así, compañeros lectores, no importa dónde habéis nacido ni el dinero que tengáis, no importa el color de vuestra piel o el idioma que habláis, porque en alguna ekklesia (asamblea democrática de ciudadanos) somos socios con derechos iguales, entre ellos la voz y el voto. Ocurre que algunas ekklesias están aún por convocar o nunca se han celebrado, pero viven en mi conciencia y en la de otros, como la asamblea humana. Donde al menos ejerzo el derecho a voz y me hago llamar «ciudadano humano», pudiéndolo fundamentar y alumbrar con luces de razón.


En resumen creo que las personalidades colectivas de las ciudadanías pueden desarrollarse y ser conscientes de sus actos para actuar en consecuencia con sus votos y al servicio del bien común. En rápida síntesis metafórica sería como necesitar una mentalidad adulta para solucionar un grave problema y sólo contar con la mente de un niño de dos años (sin plenas facultades mentales y racionales: como figuración de las actuales democracias representativas radicales); pues bien, utilizando la democracia participativa y las cuestiones a voto adecuadas, podríamos convertir al niño en un adulto con plenas facultades mentales y así solucionar cualquier problema grave. Por ello soy partidario y estudio a la democracia participativa, porque bien utilizada puede proporcionar o dotar de personalidad colectiva inteligente a cualquier ciudadanía general, incluida la española. Es mi preocupación política y quizás debido ello, entre otras razones, no suelo participar en las discusiones entre la derecha y la izquierda, pues ninguna de ellas o de sus ideologías tienen a las personalidades colectivas ciudadanas entre sus metas.

Por supuesto entiendo y participo del contexto histórico, al menos creo que lo suficiente, y procedemos directamente de una época donde nació la democracia representativa. Unas élites de hombres que no gobernaban, llamados liberales, consiguieron gobernar y que la democracia retornara a la Humanidad (con el Nacimiento de la Democracia Representativa, EEUU, 1776). Primero sólo una minoría utilizó la democracia (en la Revolución Francesa, 1789, sólo podían votar los ciudadanos masculinos que pagaran el equivalente al salario de tres días), pero con el tiempo pudieron votar todos los hombres (no las mujeres) y el voto ya no costó dinero; y más de un siglo después ya pudieron votar las mujeres (1895, Nueva Zelanda). Pero, como ahora en España y en otros muchos países democráticos, sólo votaban para elegir representantes, no podían votar en la toma de decisiones importantes para el país. En realidad la democracia representativa no es el gobierno del Pueblo, sino el gobierno de los representantes del Pueblo, que son elegidos por los votos del Pueblo. Por esto se llama democracia, porque el Pueblo vota; pero no vota para gobernar ni para legislar, por esto no es completamente lo que entendemos o deberíamos entender como democracia.

Técnicamente, la democracia representativa (sobre todo en su uso radical como en España) es una democracia incompleta. Concretamente en España padecemos la democracia representativa radical, donde todo lo eligen los representantes menos a ellos mismos. Así el progreso lógico de la democracia, incluido el histórico, es hacia una democracia completa. Curiosamente también supone o supondría un retorno a los principios democráticos de la Historia: la Antigua Atenas, donde la Ekklesia abre la ciudadanía democrática. Una polis griega donde su ciudadanía estaba capacitada para conocerse a sí misma y trazar una personalidad colectiva inteligente y consecuente. De hecho, si tuviésemos todas las votaciones y resultados de la Ekklesia (en su significado original: asamblea democrática de los ciudadanos atenienses) podríamos recomponer la personalidad colectiva de aquella ciudad democrática que se creía protegida por la diosa Atenea. Curioso, la democracia directa nació entre religiosos politeístas y la democracia representativa entre religiosos monoteístas (cristianos de EEUU); y ya a partir de la Revolución Francesa fue apartándose la religión. En bastantes casos no del todo, por ejemplo en los discursos oficiales de los presidentes de EEUU suele invocarse o nombrar a Dios.

Democracia Mixta: zona verde, mientras la actualidad (triángulo
rojo) se encuentra en un extremo, desequilibrando a la democracia
Entre la democracia representativa radical y la democracia directa media otra forma de democracia, la Mixta (con sus diferentes grados). Sin embargo en España, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Argentina y otros países donde se habla español la Democracia Mixta parece una utopía. En cambio otras naciones como Suiza y países  nórdicos la democracia mixta suele ejercerse y son los pueblos humanos más cercanos a alcanzar personalidades colectivas inteligentes. La democracia participativa es una herramienta, la ideal, para formar personalidades colectivas conscientes y ciudadanías completas, éstas son las metas políticas que sigo. Siendo consciente que la democracia participativa, por sí sola, no puede ser buena o mala. Es decir, si surgiera una personalidad colectiva negativa en alguna ciudadanía general no sería culpa de la democracia participativa, ella sólo descubriría lo que hay.

Por ello, una sociedad contaminada por informaciones incompletas, o manipuladas, con desinformación o sobreinformación, no gozará de buena salud sociológica o de su psicología colectiva; y estará discapacitada mentalmente por mucha democracia participativa que se aplique. De igual modo que una personalidad individual puede ser manipulada mentalmente por información falsa o incorrecta desde alguna fuente de confianza, una personalidad colectiva también. Por ello la democracia participativa sólo podrá formar personalidades colectivas inteligentes y conscientes de la realidad común si la información que llega a la sociedad es buena o suficientemente buena.

Y esa información la buscamos ahora con preguntas como: ¿Qué está pasando con el PSOE? Para mí no es un hecho aislado y forma parte de las consecuencias de un cambio en el curso histórico de la Democracia. Como dije lo veo latente en su lógica de desarrollo, pues numerosas mentes individuales votando sobre muchos temas, tarde o temprano: forma una personalidad colectiva, es casi inevitable esta deducción para el observador científico. El problema en la praxis se encuentra en el enfrentamiento con otra lógica muy poderosa a lo largo de la historia humana, donde una pequeña minoría domina al resto. Y esto puede ocurrir también en la democracia, mejor dicho, en supuestas decisiones «democráticas» (como la Gestora del PSOE acallando el voto de los afiliados cuando deberían ser ellos y su voto quien solucionara el grave problema que padece el partido).

Se escucha en los medios a la portavocía de la Gestora que dirige actualmente al PSOE decir que el futuro del partido, incluido si dejarán gobernar al PP, será decidido por el Comité Federal porque figura en las normas. ¿Acaso si lo deciden los afiliados con sus votos no está en las normas?,  ¿no saben que ningún órgano puede estar por encima de la asamblea general y que si así fuera la asociación dejaría de ser democrática? Es como utilizar presunta democracia para evitar auténtica democracia. Es un escándalo silenciar el voto de muchos miles de afiliados repartidos por toda la geografía nacional en esta cuestión vital que vive el PSOE. Por si fuera poco el dominio de las minorías incluso en democracias, tenemos más historia de pueblos humanos en estado no democrático que en estado democrático. Los humanos tenemos más historia fuera de la democracia que dentro de ella. Y fuera de la democracia siempre fue igual (pero con distintos nombres): unos pocos dominando a muchos.

Emperadores, reyes, tiranos, dictadores y totalitaristas parecían uno dominando al resto, pero esos unos nunca hubieran podido sin la ayuda de esos pocos. Es más, de esos pocos solían surgir los líderes de dictaduras, reinos e imperios. También los líderes podían enfrentarse entre ellos provocando guerras civiles o grandes escisiones. Los griegos antiguos, que eran unos «sabios», lo llamaban «aristocracia» (literalmente «el gobierno de los mejores», según Platón). No eran los mejores (Aristóteles lo llamaba «gobierno de los menos»). De hecho a la forma degenerada o negativa de la aristocracia la denominaban «oligarquía» (mando de unos pocos sobre todos). Cuando la aristocracia actuaba o era planteada de forma sabia o positiva se nombraba como «sofocracia», gobierno de los sabios. Los "mejores" eran unos pocos porque hablamos de aquella aristocracia, ya que en realidad sofocracia no lleva ni conlleva el concepto de «pocos» («olígos» significa «pocos» en griego antiguo), y tampoco lo lleva el término «aristocracia». Es decir, puede entrar en cuestión si los muchos (la mayoría) pueden llegar a ser los mejores o los sabios. Pudiéndose entender a la democracia participativa o a las ciudadanías con personalidades inteligentes como formas de sofocracia e, incluso, de aristocracia.

Post de este blog Sociología de la ciudadanía

Este punto es vital para el futuro de la democracia, a mi entender, porque no veo otro camino más lógico: la mayoría de los ciudadanos deben ser sabios (al menos en una «disciplina»: el Estado y sus asuntos públicos) y tener acceso a información limpia y clara para que el «gobierno del Pueblo» sea siempre el mejor al alcance común. Creo que sólo con mayorías de ciudadanos bien instruidos en la política participativa (al menos en el uso) pueden aparecer personalidades colectivas inteligentes y sabias entre los escrutinios de los votos ciudadanos. Ésta es la líder a seguir tanto por el ciudadano común como por el presidente de gobierno o secretario general de cualquier partido democrático. De ahí la importancia de la Educación, donde una asignatura sobre ciudadanía participativa es más que necesaria. Hasta entonces y al menos que esa información pueda estar publicada al alcance de los ciudadanos (como en este post).

Decía el ciudadano Condorcet «Agotad todas las combinaciones posibles para asegurar la libertad, si no contienen un medio de ilustrar a la masa de los ciudadanos, todos vuestros esfuerzos serán en vano» . Así es, ¿cómo dar libertad y esperar el bien común si previamente no se ha educado sobre el bien común? Educar no sólo mostrando los conocimientos científicos, también a nuestra propia historia humana y todo lo que nos enseña sobre el bien y sobre el mal para los pueblos y para la Humanidad. El que sabe es más libre que el libre que no sabe (respecto a la libertad en la evolución humana), cuantas más opciones para escoger: más posibilidades de sobrevivir, cuanto más y mejor conocimiento de la realidad: más facilidad para progresar.

Condorcet se atrevió más allá de conocer la realidad y proyectó futuro lógico: «Difundiendo las luces entre los pueblos es como puede impedirse que sus movimientos se vuelvan peligrosos; y hasta el momento en que los pueblos puedan ser ilustrados, es un deber para aquellos que han recibido una razón fuerte y un alma valiente defenderlo de la ilusión y mostrarle las trampas en las que sin cesar lo envuelve su crédula simplicidad» (Del libro «Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos», Morata, 2001, pag. 210). Es, y en gran medida está suponiendo, un salto tremendo hacia ese futuro ideal: traspasar de unos pocos a unos muchos esa capacidad de sofocracia, resultando una mayoría sabia ante una minoría ignorante. Ya que sofocracia o gobierno de los sabios no tiene porqué ser desde una minoría, siendo requisito o resultado de la democracia participativa. El conocimiento debe quedar disponible en una información (y Educación) clara y accesible a los muchos, para que así puedan obrar o votar como sabios.

La democracia participativa de una ciudadanía general nunca podría ser una oligarquía, donde el significado lo deja muy claro: el mando supremo queda en manos de unos POCOS. Con ello volvemos al PSOE, donde la actual gestora que dirige al partido (unos pocos) decidirá si deja gobernar (absteniéndose en la investidura) al presidente con más corruptos en su gobierno que ha tenido la España democrática; mientras que la mayoría de los afiliados, por lo tanto titulares del PSOE, supuestamente quieren lo contrario. Y para que no se sepa la auténtica voz general, la gestora silencia y ningunea el voto de las bases, todo lo contrario a la democracia. Es un acto claro de oligarquía, donde podría afirmarse que, hoy por hoy, el PSOE no es un partido democrático... ¿Pero alguna vez lo fue?. Es hora de valorar a los partidos donde sus oligarquías eligen a los candidatos que deben optar a la secretaría general. Y si sale «rana» para sus fines oligárquicos, como con Pedro Sánchez, poder echarlo y poner a otro secretario general elegido entre dos o tres candidatos fieles a la oligarquía establecida (sin que intervenga el voto general). Como parece que ocurrirá en el PSOE durante los próximos meses... Si un movimiento general de sus afiliados no lo evita.

Todos los partidos políticos españoles, bueno, casi todos (para no tener posibilidad de errar) padecen oligarquías o van camino a ella, incluido «Podemos», donde hasta su secretario general avisa del peligro de convertirse en «casta» a los cargos directivos de su partido. Y hay cuestiones importantes para los partidos que son solucionadas en despachos o entre reuniones de unos pocos. Por ejemplo en «Podemos", el partido que parece marcar un cambio de época en la democracia española, donde se habla de la gente, del poder de la gente, que se trabaja para la gente, que la gente es la jefa, pero no se menciona que la gente tiene personalidad colectiva reprimida o subconsciente y que está lejos de ser consciente (porque no se conoce a sí misma) y por lo tanto lejos de ser inteligente. Y esto lo digo del partido que yo votaría hoy por hoy ante las opciones disponibles (para ser justos también votaría a PACMA).

Estoy seguro de estar de parte de la mejor teoría democrática, las personalidades colectivas inteligentes, y hasta que no se muestre otra mejor (y yo sea capaz de entenderla), la defenderé . Como individuo no valgo nada y no quiero ser representante de nada, pero guardo un tesoro de sabiduría ciudadana, cómo favorecer a las personalidades colectivas de las ciudadanías utilizando democracia participativa. Es un mensaje público de vida, de mejor vida para la ciudadanía utilizando mejor a la democracia. Por esto no creo en líderes, no busco líderes que utilizando una ideología la antepongan al credo o a la voluntad popular, y así pretendan traer mejor justicia y bienestar social a España, a Europa o a la Humanidad. Busco a «lideresas», las ekklesias y sus votos mayoritarios, personalidades colectivas donde soy pero que ni siquiera conozco más allá de a quiénes eligen o elegimos para representación. Desconozco casi todo de las personalidades de mis lideresas, pero las quiero conocer, no en vano son las ciudadanías generales donde tengo voz y voto.

Dicen que el poder es proporcional al dinero, pero no es cierto, porque hay poderes que no tienen precio monetario. Los ricos siempre son pocos comparados con el total (oligarquía económica), pero ser rico no garantiza ser mejor o ser sabio, sin embargo las oligarquías económicas influyen, e incluso dirigen, a las oligarquías políticas de la mayoría de los partidos. A Podemos no o parece que no, por eso lo voto, pero debe tener cuidado de no formar una oligarquía interior. Debería concentrarse en servir «a la gente», como rezan sus principios, antes incluso de servir a cualquier ideología que cada uno lleve y a pesar del cargo que ostente. Ahora Podemos está en una posición circunstancial que podría ser favorable. «No hay mal que no contenga algo de bien», el PSOE pierde primacía a pasos agigantados, ya no sirve a los muchos, sirve a unos pocos; y esto hará que los muchos sólo tengan a Podemos como opción de voto para un gobierno nuevo y alternativo al PP, sea ahora con terceras elecciones o sea dentro de cuatro años. Podemos debería, a mi entender, volverse más transversal; donde la palabra «democracia participativa» esté antes que la palabra «izquierda» a secas. No queda otra, si es un partido de la gente debería ser gente con personalidad colectiva inteligente, y eso sólo se consigue con democracia participativa adecuada.

Es la hora o legislatura de Podemos, como oposición o gobernando, donde quedará claro si la democracia participativa intentará formar la personalidad colectiva de los españoles o no. Por otro lado y también sobre Podemos, la dirección del PSOE está perdiendo su traje de camuflaje y no sólo está resultando un cuerpo desfavorable a la democracia participativa, además ni siquiera parece socialista. Pero hay un problema, en sus bases se sembró odio a Podemos, o sus medios de comunicación eso trataron con grandes recursos y dineros. Es decir, si no quieren afiliarse o votar a Podemos al menos que funden un partido nuevo socialista donde la democracia participativa sea una identificación esencial y suficiente para que no se forme oligarquía que pueda dar un «golpe de estado» o hacerse con la dirección y las decisiones del partido. Porque eso no es socialismo, ni liberalismo, ni nada de ideologías, eso sólo es el poder en manos de unos pocos.


Bueno, no quería escribir de política y me he pasado... Como colofón hoy es el día llamado de la Hispanidad, donde veo mucha confusión, y yo el primer confuso. Creo que algunos confunden a España con la Hispanidad, dos cosas diferentes aunque ligadas por el mismo idioma. Para mí el día de España es aquel donde se publicó el documento (Constitución) que certifica su existencia y su renacer democrático, seis de diciembre (por eso dicen que España es sagitario :-). Para mí Hispanidad suena a hispano/a, es decir, a todos los ciudadanos de países donde el español es lengua oficial. La evolución (a nivel humano, su historia) ha podido juntar a más de quinientos millones de humanos capaces de entenderse tan sólo hablando (el castellano o español), esto es muy grande. Bien es cierto que dos idiomas humanos sobrepasan a la Hispanidad en número de hablantes, el inglés y el chino mandarín. Pero aún así más de quinientos millones de humanos hablando el mismo idioma es algo muy grande. Es un ser colectivo capaz de desarrollar una personalidad inteligente, y mi conciencia se declara ciudadana hispana.

Otra cosa es cómo llegaron tantos millones de humanos a hablar español (circunstancias de la Historia Humana). Donde algunos creen descubrir a humanos muy malos que, en todo caso, ya no vivirían entre nosotros, y en ellos y sus maldades quieren centrar el debate. Pero esto impide mucho desarrollo del potencial de los hispanos en su conjunto, y podría interesar a "la competencia", porque ser el tercero en la salida hacia el futuro, entre cientos de idiomas humanos, supone una fuerza cultural inmensa. Más aún cuando casi el cien por cien de los países hispanos son democráticos (en Cuba no hay elecciones democráticas), esto no puede decirlo el idioma inglés, porque es lengua oficial en bastantes países no democráticos, y mucho menos puede presumir de democracia el idioma chino (menos en Taiwán). Así la hispanidad o el conjunto de los hispanos son los que mejor ofrecen o pueden ofrecer una lengua a la democracia. Y aunque la Democracia esté destinada a todas las lenguas e idiomas humanos, precisamente en este propósito, el español o castellano puede hacer mucho. Suena bien... El español, lengua de la democracia.

Y en esta idioma que escribo y que sabéis leer, a los que hayáis llegado con la lectura hasta aquí, muchas gracias. Espero no escribir sobre política en muchos meses :-)

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